Desde hace mucho tiempo se tiene el concepto de que los Juegos Olímpicos impulsan la economía del afortunado país anfitrión que resulta seleccionado. Extrañamente, esta noción persiste a pesar de haber pruebas que indican lo contrario.
Por ejemplo, tengamos en cuenta el mercado de viviendas vacacionales en alquiler de Río para este verano. En el 2015, un informe de Reuters sobre la oferta de habitaciones de Airbnb para los turistas en ocasión de los Juegos Olímpicos decía lo siguiente: «Esta será la primera vez que un evento deportivo tan importante se orienta al público general (y a sus habitaciones adicionales) para solucionar el pico de la demanda de alojamiento a corto plazo. Por el contrario, para los Juegos Olímpicos de Londres en el 2012, algunos propietarios se enfrentaron a posibles multas por alquilar sus viviendas durante los Juegos».
¿Pero cómo han impactado realmente los Juegos Olímpicos en los anfitriones de viviendas en alquiler de Río de Janeiro?
Según un artículo reciente de Los Angeles Times, Brasil ha gastado casi USD 12 000 millones de fondos públicos y privados para ser sede de los primeros Juegos Olímpicos que se realizan en Sudamérica. Este aumento del gasto ha afectado, en cierta medida, a las favelas, que son suburbios de viviendas pobres en donde residen millones de personas.
Algunas favelas han tenido mejoras en cuanto a instalaciones sanitarias y transporte público. La inversión en las favelas trajo como consecuencia un repunte de los alquileres, incluso antes de este año. En el 2013, The Guardian informó que en las favelas los alquileres habían aumentado un 6.8 por ciento más que en las zonas más acomodadas durante los dos años previos.
En Río de Janeiro, aproximadamente un cuarto de la población vive en favelas, las cuales se han vuelto muy conocidas por los episodios de violencia que suceden y por ser consideradas zonas a las que no se aconseja ir. A pesar de esto, en los últimos años ha habido un aumento del turismo a estas zonas. Según este artículo de The Conversation, se estima que al menos 50 000 turistas visitan las favelas cada año.
Este aumento en el turismo ha impulsado la oferta de hostales en las favelas. En un informe sobre el éxito de uno de esos hostales, Reuters destaca lo siguiente: «El hostal Favelinha, como tantos otros hostales en los más de 1000 barrios pobres de Río de Janeiro, ofrece algo más que un alojamiento barato a los turistas más aventureros de los 500 000 extranjeros que se prevé visitarán la ciudad para los Juegos Olímpicos en agosto».
A pesar de algunas leves mejoras en las condiciones de vida de las favelas y la presencia de hostales en estas, Brasil sigue enfrentando un importante problema respecto del alojamiento de turistas para los Juegos Olímpicos del 2016. Por este motivo, los funcionarios brasileños tomaron la iniciativa nunca antes vista de designar a Airbnb como el proveedor de servicio de alojamiento oficial y alternativo para los Juegos Olímpicos del 2016.
En teoría, esto significaría que los mismos residentes de Río podrían beneficiarse de los casi 500 000 turistas que se esperan para los Juegos del 2016. A decir verdad, los anuncios de Airbnb en Río se han incrementado de apenas unos 900 anuncios en el 2012 a 25 000 actualmente.
A diferencia de otras áreas geográficas en las que el modelo económico de compartir se ha enfrentado a cierto escepticismo, e incluso a hostilidad, los residentes de Río han abrazado la posibilidad de lucrar con el alquiler de viviendas. Tal vez el concepto de particulares que abren sus hogares a los turistas de los Juegos Olímpicos sea una prolongación natural del crecimiento del turismo en las favelas de Río de Janeiro.
El artículo de The Conversation destaca, sin embargo, que solamente alrededor del 1 por ciento de los anuncios de Airbnb corresponden a las favelas. Y algunos de esos anuncios son ofrecidos por agentes inmobiliarios en lugar de familias particulares de las favelas. Si bien queda claro que hubo un repunte de los alquileres de viviendas vacacionales en las favelas de Río de Janeiro gracias a los Juegos Olímpicos, no queda tan claro si los Juegos dejarán realmente una marca en las favelas a largo plazo.
Como le dijo a Associated Press una niña de 12 años que vive en una favela que queda a unos kilómetros del Parque Olímpico: «La gente esperaba que los Juegos Olímpicos trajeran algún cambio, pero las cosas no cambiaron mucho».
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